Las Agresiones Sexuales

Las agresiones sexuales comprenden cualquier atentado contra la libertad sexual de otra persona, realizado con violencia o intimidación. Dentro de éstas se encuentra la violación: cuando la agresión sexual consiste en la penetración con el órgano sexual por vía vaginal, anal o bucal o la introducción de cualquier clase de objeto miembros corporales (por ejemplo los dedos) por vía vaginal o anal.

Los abusos sexuales comprenden también cualquier atentado contra la libertad sexual de otra persona, pero realizado sin violencia ni intimidación, aunque siempre sin que medie el consentimiento de dicha persona.

 En el origen de la violencia sexual se encuentran, al menos, tres factores esenciales:

En primer lugar están los factores psicológicos: la imposibilidad de conseguir la excitación sexual sin el uso de la violencia; la falta de autocontrol; una autoestima deficitaria en lo sexual; la ausencia de empatía sexual, que puede llevar a una distorsión cognitiva que justifique su agresión (a ella le gusta, ella lo ha buscado, el sexo con niños es darles cariño…); algún trastorno de personalidad; una historia personal como víctima de abusos sexuales; etc. En el caso de las violaciones, por ejemplo, en muchas ocasiones más que el placer sexual es la necesidad de satisfacer necesidades de dominación, autoafirmación, competitividad o poder las que están en el origen de las mismas.

En segundo lugar están los factores sociales: el prestigio que da la violencia para ciertos individuos en determinados grupos sociales; la cosificación de la mujer a través de los medios de comunicación y lenguaje sexista; etc.

En tercer lugar están los factores situacionales: como el consumo de drogas y alcohol, y el contagio emocional de la vivencia grupal.

 Los actos de violencia de violencia sexual pueden ser muy variados y producirse en circunstancias y ámbitos muy distintos. Entre ellos, cabe destacar:

1)      La violencia en el matrimonio o en las citas amorosas.

2)      La violencia por partes de desconocidos.

3)      Las violencias sistemáticas durante los conflictos armados.

4)      Las insinuaciones o el acoso no deseado de carácter sexual, con inclusión de la exigencia de mantener relaciones sexuales a cambio de favores.

5)      El abuso sexual de personas físicas o mentalmente discapacitadas.

6)      El abuso sexual de menores.

7)      El matrimonio o la cohabitación forzados, incluidos el matrimonio de menores.

8)      La denegación del derecho a hacer uso de la anticoncepción o a adoptar otras medidas de protección contra las enfermedades de transmisión sexual.

9)      El aborto forzado.

10)  Los actos de violencia que afectan la integridad sexual de las mujeres, incluida la mutilación genital femenina y las inspecciones obligatorias para comprobar la virginidad.

11)  La prostitución forzada y la trata de personas con fines de explotación sexual.

Las agresiones sexuales son un delito y aparecen tipificadas como tal en el Código Penal vigente. Pero a pesar de que legalmente son una violación de la libertad sexual, en el imaginario cultural de mujeres y hombres tienen más de una interpretación y muchos matices. En el Código Penal Dominicano, encontramos los actos de agresiones sexuales, y sus respectivos castigos desde el artículo 330 hasta el 340. Donde en estos, el legislador implantó dentro de lo posible la mano más dura, por considerarse estos hechos como los más crueles de la humanidad.

Las agresiones sexuales suponen una mínima proporción de la delincuencia conocida (en torno al 1% del total de los delitos denunciados) y sus autores suelen ser varones. La violencia sexual puede adoptar dos formas principales: las violaciones de mujeres y los abusos de menores. Las víctimas de violación suelen ser chicas conocidas por los agresores, o, en algunos casos, chicas desconocidas. Las víctimas de abusos sexuales habitualmente son niñas y, a veces, niños pequeños. El perfil de los agresores sexuales no suele diferir mucho del de los delincuentes violentos en general.

No es fácil la explicación de estos comportamientos, ya que en su etiología suelen concurrir factores variados de distinta cualidad. Más allá de las diferencias individuales, que necesariamente deberán ser estudiadas en cada caso, con mucha frecuencia los agresores sexuales suelen presentar problemas de tres tipos diferentes aunque interrelacionados: en su comportamiento sexual (lo que resulta obvio), en su conducta social más amplia, y en su pensamiento (“distorsiones cognitivas”). El comportamiento sexual de muchos agresores sexuales se proyecta de un modo desviado hacia objetivos sexuales inaceptables, como son los menores de edad o el uso de la violencia para forzar el sometimiento sexual de una mujer. Es decir “prefieren” estas formas desviadas de relación sexual, que son las que les resultan más excitantes, y no logran “inhibir” tales maneras de obtener placer.

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